A veces la busqueda de la perfección se convierte poco a poco en una obsesión. Tal vez sea porque es un motor para buscar nuevos rumbos y realizar cambios, los cuales abren nuevas puertas, quizas cierran otras viejas. Pero hay que tener cuidado, que la busqueda de esa anhelada perfeccion, no se transforme en una mania enfermiza, porque allí estariamos girando en circulos, centrados solo sobre un mismo tema, buscando imperfecciones donde no las hay. Hay que aprender que la imperfección en el fondo, es la sal de la vida. Si el mundo y las personas fueran perfectas, ya nada tendría gracia, porque se convertiria en una monotonia insostenible. Los errores, los defectos, o las pequeñas cosas que no nos gustan, hacen que veamos las buenas cosas con otra cara. Es el contrapeso necesario para ver lo blanco y brillante de la vida. Si no conocieramos el lado oscuro, jamás apreciariamos lo blanco y tal vez sus grises, porque sería lo unico que vimos en nuestra vida, y nos convertiriamos en entes sin sentido, con un orden exacto y con comportamientos y actitudes perfectas. Seríamos una máquina, y nos desensibilizaria.
Por eso, fijemosnos en nuestros errores, en los de los demas, no como algo malo, sino como algo que nos hace crecer coo personas, para aceptar y disfrutar de los aciertos y cosas buenas con mayor emotividad. Y tampoco neguemos que a veces, ciertos errores y defectos de las personas, nos atraen sin motivo aparente.
No seas perfecto, sé excelente.
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